La relación entre el trabajo, el dinero, el amor y el sexo

 Introducción.

Hace unos días, me encontraba yo atendiendo a un paciente -su historia clínica para fines prácticos es irrelevante, ya que lo siguiente no tratará de un estudio de caso-, en esta sesión mi paciente se enfocó mucho en hablar de su trabajo. Hablaba sobre como últimamente le ha estado yendo mejor en este ámbito. Había estado yéndole mal por una decepción amorosa la cual fue su motivo de consulta y llevaba arrastrándolo poco más de un año. En algunos intervalos en los que ella desaparecía de su vida, él encontraba calma, mejoría en muchos aspectos de su vida (Entre ellos, claro, su trabajo). Sin embargo, cuando ella volvía a asomarse en la vida de mi paciente, su ánimo, su actitud en el trabajo y su vida se convertían en un desorden. Este apartado el tratamiento de mi paciente, me dio la idea de crear este pequeño texto en el que trataré de explicar un poco, la relación entre el trabajo y el amor, y de forma paralela, la relación entre el dinero y el sexo, tomando estos dos como vástagos de los primeros dos mencionados, respectivamente.

Trabajo y amor: paralelismos y vicisitudes.

Para hablar de estos dos conceptos, retomaremos a Freud (1912), quien, con otras palabras, ponía estos dos como fines del análisis, refiriéndose que el analista debe darse por bien servido si el paciente ha recuperado la capacidad de producir y de gozar. El primero es claro, la capacidad de producir se refiere al trabajo, sin embargo, la segunda tiene varias acepciones, entre ellas el amar, y es justamente aquí donde centraremos nuestros empeños. Es común, entre pacientes que no vienen por una dolencia especifica (Dígase ansiedad, depresión, etc.), escuchar motivos de consulta que, en lo general oscilan entre estos dos estratos, el laboral y el amoroso. Y es que, es clara la tendencia en el humano, en que un síntoma, no empieza a ser un problema hasta que no trastoca estos dos niveles de su vida. Se busca mantener el goce (refiriéndonos con esto al goce lacaniano) que crea el síntoma hasta que el trastoque de alguno de estos puntos sea insostenible. Por ende, aquí podemos ver la importancia que toman estos dos puntos de encuentro para el ser humano. 

El trabajo trae el fruto económico a casa y se ha vuelto fundamental desde tiempos en los que aun el dinero no existía, más si los intercambios. En aquellas épocas se trabajaba para poder comer, literalmente. El concepto de trabajo nace de la fortaleza e inteligencia humana. Los primeros trabajos en la tierra no eran más que cazar, recolectar y cuidar de los más desfavorecidos de la tribu, como vemos, en este punto hace énfasis su fuerza. No es sino hasta el descubrimiento de la agricultura que inteligencia humana cobra mayor relevancia en el concepto de trabajo. Más adelante, el humano haría el peor gran descubrimiento de la historia y del cual se basan los cimientos de la humanidad actual: la esclavitud. La cual solo ha sido posible, como dice Kojéve, citando a Hegel (1807), ya que un hombre se ha asumido como esclavo ante su igual, y no ha llegado a las últimas consecuencias del todo y nada, que argumenta la dialéctica del amo y del esclavo. Más tarde que temprano la esclavitud se volvería insostenible -No tanto por una viabilidad del orden de las ganancias, sino que los esclavos se volvieron mayoría- y se habría decidido dar una remuneración al esclavo, pero sin soltar sus cadenas. Es así, entre algunas salvedades, como nació el trabajo contemporáneo.

Por otro lado, el amor ha sido, por siglos, el sinónimo más próximo al goce -no lacaniano-. Un ejemplo de esto es que ya desde las épocas de Platón, podría brindársele reflexiones de lo más extensas a este tema, su tan afamado banquete tiene el amor como punto central, y al cual Lacan (1961) le dedica una gran parte de su seminario. Aunque claro, no necesitamos citas para comprender la magnitud en la cual el amor representa algo en la historia de la humanidad. El arte es el ejemplo claro de la fuerza motora que ha sido el amor para la humanidad. Debemos remitirnos al simple hecho de que toda historia, en sus más simples orígenes no es más que una historia de amor y/o desamor.

Retomando nuestro trabajo actual, nos queda claro el lugar que el trabajo y el amor ocupan en la humanidad. Podría decirse que el trabajo y el amor han sido formativos para la intersubjetividad del sujeto. Como hemos visto con anterioridad, para Freud el producir, tomándolo como sinónimo de trabajar, es uno de los fines más próximos del análisis. No se puede hablar mucho más de este tema, al menos desde Freud. Sin embargo, el amor ha sido de los temas en los que Freud más detenimiento ha hecho. Partiendo del concepto de amor de transferencia (1915) y como el amor paterno y materno son constitutivos de toda relación especular. Sin embargo, aun así, Freud pone estos dos conceptos como similares. Es en la experiencia clínica donde puede verse este paralelismo. Es de lo más normal, encontrar entre nuestros pacientes, que aquel paciente obsesivo que aprehende todo lo que tenga que ver con su trabajo, tener un trato idéntico en el amor. No podría decir que toda persona es en su trabajo, tal como es en el amor. Sin embargo, se ve una tendencia de este tipo, en la mayoría de los pacientes obsesivos.

Tomando al obsesivo como el ejemplo más fiel de mi tesis, me gustaría remitir a la ya mencionada interpretación que realiza Kojéve de la fenomenología del espíritu de Hegel donde se introduce el concepto de la dialéctica del amo y el esclavo, para sintetizar la relación del obsesivo con su trabajo. El obsesivo es quien ve lo más clara la relación amo-esclavo, ya que todo obsesivo es esclavo de su obsesión. El jefe (como concepto, más que como persona) representa la figura del amo, que a su vez representa la figura del padre castrador. Atemorizado, el obsesivo sucumbe ante esta figura, y toma su trabajo como una situación de vida o muerte, como lo haría el esclavo. Para el obsesivo esto se convierte en un acto religioso que, no solo se queda en el trabajo, sino también al estudio, como a las figuras obsesivas que lo invaden.

El amor no queda exento y, como ya dijimos, toma este mismo lugar de esclavo y sucumbe, en su fe amorosa ante este mismo personaje del esclavo. Pero en el obsesivo todas estas analogías corresponden a un temor más que a una fe, temor al padre que castra. Por esto, el obsesivo teme a ser castrado, que, en palabras más simples, teme a ser despedido y a ser abandonado por su amor -y quizás por su madre-. Teme a convertirse en paria cuya hambre y desamor, lo lleven a la muerte, que es la castración fundamental. Estos dos conceptos por ahora no pueden aportarnos más, sino más bien sus retoños.

El dinero y el sexo: Histeria y obsesión.

La relación con del dinero y el sexo es, no menos que antigua, incluso harto conocida. Desde que los intercambios de bienes y servicios existen, el sexo ha sido una moneda de cambio sumamente utilizada. No por nada se considera a la prostitución como el “oficio más antiguo del mundo” -Lo cual, claro, es por lo menos algo discutible-. Sin embargo, es claro que el intercambio de favores sexuales por bienes ha sido una práctica que se ha encontrado con la humanidad desde tiempos anteriores a la escritura, incluso quizás más antiguo que la propia raza humana como es conocida, ya que es posible que esta práctica ya se hallara en otras razas de homínidos anteriores al homo sapiens. Dejando de lado el tema antropológico de esta aseveración, el sexo y el dinero tienen un valor sumamente importante para el psicoanálisis. En el texto Carácter y erotismo anal (1908) Freud menciona que un carácter de aquellas personas que sostienen una fijación en su etapa anal suelen ser personas ahorrativas, lo cual crea un nexo con el dinero y el carácter anal. Las personas con este tipo de fijación suelen ser aprehensivas, esto puede verse tanto en lo ahorrativos que estas personas pueden ser, como en la cuestión sexual. Comúnmente las personas que son aprehensivas en el aspecto económico los son en el aspecto sexual. Esto puede leerse desde dos lugares: 1. No dan todo de sí en el sexo, no crean ese vínculo que suele crearse en relación amor-sexo y por lo general desprenden fácilmente su libido de este objeto sexual 2. Por lo general, también suelen buscar su propio disfrute sexual antes que el mutuo, esto mismo para evitar el gasto energético y emocional que esto puede llevar consigo.

Es claro que, hablando de carácter anal nos salta a la mente de nuevo el obsesivo y es que justamente, en lo general el obsesivo tiende a tener este tipo de fijación. Sin embargo, no es exclusiva de él.

Transpolando estos mismo temas a otras estructuras, podemos hablar de la persona histérica, quien es quien hace mayor uso de su sexo, o de su sexualidad para su propio beneficio. Como es ya, bien sabido, para Lacan, tanto la histeria como la neurosis obsesiva tiene la misma demanda de un deseo insatisfecho. En este caso, podemos comprenderlo como un puente colgante en medio del bosque, el cual ha sido derribado por un árbol. El puente sigue ahí, sin embargo, ya no puede cumplir su función, puesto que no puede llevar al otro lado. Lo mismo es el deseo histérico/obsesivo, el puente que lleva a su cumplimiento. Ese puente que lleva la demanda de deseo hacia el Otro está roto. Sin embargo, se realiza una trampa en el camino o en la búsqueda del deseo, puesto que al dejar su deseo insatisfecho el deseo se cumple. Es por esto por lo que Lacan menciona que el deseo histérico es un deseo sin satisfacer. Retomando el tema central del escrito, en la histeria hay un nexo muy fuerte entre el deseo y la sexualidad -Realmente en toda estructura existe este nexo, sin embargo, en este el sexo no ha perdido su significante-. Sin embargo, este nexo, no es puramente con el sexo, sino con la seducción y con la sexualización de sí mismo. El histérico tiende a seducir, pero sin llegar a concretar la copula, por ende, el deseo queda -como- suspendido.

Con respecto a la relación intrínseca existente entre el dinero y el sexo, es claro que ambas crean una satisfacción la cual conlleva una explosión de sensaciones en su ‘gasto’. En el aspecto del primero, claramente nos referimos al gastar del dinero, comprar cosas, rentar servicios y en el sexo a la carga orgásmica en que este desemboca. Ambas situaciones tienen un valor idéntico en lo psíquico y, de hecho, por lo general aquel que derrocha su dinero en busca de satisfacción sucumbe ante el ‘gasto sexual’, o sea, a comprar satisfacción sexual. Ambos ‘gastos’ tienden a ser excesivos y dejar deuda -En el caso el dinero, endeudamiento monetario y en el caso del sexo, sentimiento de soledad-.


Algunas conclusiones.

 

Como ya mencionamos, el dinero y el sexo, en este texto son considerados retoños de la relación trabajo/amor. Sin embargo, no están unidos en lo general y es una filiación artificial que hemos realizado para complementar nuestro texto. Lo expresado en este texto, tenía como punto esclarecer un poco las relaciones que pueden existir entre estos conceptos que, uno con otro son conceptos completamente distintos, pero que no por esto, en el inconsciente pueden trabajar bajo el mismo valor psíquico y con la misma dinámica. Espero que este texto, haya ilustrado y transmitido lo que se esperaba de él. En caso, de que no, aun quedan algunos lugares comunes por los que puede caminarse en la concepción del proceso psíquico que conllevan estos 4 apartados de la vida humana.

 

 

 

Bibliografía.

Freud, S. (1912) Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico. En Obras completas tomo XII. Amorrortu Editores, Buenos Aires, Argentina.

Kojéve, A. (1940) La dialéctica del amo y del esclavo en Hegel, La Pléyade, Buenos Aires. 1982

Hegel, G. (1807) La fenomenología del espíritu, Fondo de cultura económica, Ciudad de México. 1966.

Lacan, J. (1960-1961[1991]) El seminario 8: La transferencia. Editorial Paidós. Buenos Aires, Argentina. 2003

Freud, S. (1915) Puntualizaciones sobre el amor de transferencia. En Obras completas tomo XII. Amorrortu Editores, Buenos Aires, Argentina.

Lacan, J. (1957-1958[1998]) El seminario 5: Las formaciones del inconsciente. Editorial Paidós. Buenos Aires, Argentina. 1999

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