Situación actual de la formación y la práctica en la sociedad psicoanalitica regiomontana


Situación actual de la formación y la práctica en la sociedad psicoanalitica regiomontana

El psicoanálisis ha sabido colarse por las vías de atención de la sociedad regiomontana, y detrás de esto, se teje una historia que David Flores, nos cuenta en su libro “Por qué somos lo que somos. De psicólogos a psicoanalistas a pesar de la UANL” (2001). Libro de difícil acceso, pues su autor, junto a sus demás obras, lo mantiene en acceso restringido y solo unos afortunados tienen la posibilidad de adquirir una copia. En este libro –que afortunadamente hace un par de años pude obtener una copia en digital y para desgracia mía he perdido sin terminar de leer hasta el final–, David Flores nos relata una historia, una historia que en líneas simples puede leerse una autobiografía, pues nos cuenta tanto su historia como la historia de algunos de sus compañeros de universidad, pero dentro de esta autobiografía, se gesta la historia de un movimiento. Un movimiento que dio como resultado la situación que convoca a este texto. La situación del movimiento psicoanalítico en la sociedad regiomontana[1]. Este texto, más que nada funge como opinión de la situación del psicoanálisis en Monterrey, y como este debe evolucionar para no quedar relegado y al final del viaje olvidado.

En agosto de 2014, inicié mis estudios en la facultad de psicología, y poco a poco pude vislumbrar a la sociedad psicoanalítica que se gestaba en la Facultad de la U.A.N.L. Tuve clases tanto con maestros que rayaban en la excelencia, como con otros que simplemente pienso que no deberían estar al frente de un salón de clases. Poco a poco comencé a notar algo que David Flores comenta en su libro ya citado anteriormente, y que le da la razón a su título. La estructura educativa que la Universidad promueve no es idónea para que se facilite la transmisión de la teoría psicoanalítica, esto termina minando al movimiento psicoanalítico. 

La estructura educativa promovida por la Universidad es el tan mencionado y a la vez criticado plan por competencias. En este plan se fomenta el “auto”-aprendizaje, que no es “auto”, y tampoco es aprendizaje. En este plan se busca que el alumno sea formador del conocimiento y el ápice central de la relación alumno-facilitador, puesto que ya no se habla de maestro, sino de un facilitador, que como dice su nombre, facilitará los medios para llegar al aprendizaje. Aunque en estas palabras pareciera un buen camino por el que seguir, este medio de aprendizaje no repara en que a fin de cuentas el aula de clases se vuelve un bucle de diapositivas, una detrás de otra, que tienen como objetivo ser suficiente para que 30 alumnos, que no conocen cierto tema, puedan aprender este tema en cuestión, siendo explicado por otro alumno que tampoco sabe sobre el tema, y que no tuvo el tiempo suficiente para aprenderlo, y mucho menos, para pensar en retransmitírselo a sus iguales. Este es solo uno, de los distintos fallos que tiene esta estructura aplicada en la realidad.


Sin embargo, esto no acaba ahí. La facultad, a razón de esto mismo, ha implementado una estructura que se basa en el aprendizaje por medio de la práctica, y esto sería algo bueno, si no se dejara a un lado el aprendizaje de teoría. Esto queda demostrado en que durante un mismo semestre puedes ver, los mismos 5 o 6 textos que comprenden el apartado de escritos que versan sobre la técnica psicoanalítica de Freud, aparecido en el tomo XII de la edición de Amorrortu Editores de las obras completas de Freud. Y durante la carrera entera, estos mismos textos pueden ser leídos unas 10 veces cada uno para distintas materias, así mismo, los supervisores que se asignan para monitorear el desempeño del alumno en el centro de prácticas también terminan encargando su lectura. Al finalizar la carrera, apenas unos 10 textos más de Freud pueden ser leídos, ni hablar de leer la obra kleiniana, o lacananiana, pues de estos apenas se leen dos textos cuando mucho. Esto no tendría que ser mucho problema, sin embargo lo es, puesto que el alumno promedio dentro de la facultad de psicología no tiene un habito de lectura propia. No crea un criterio propio de lo que lee, y se queda con aquello que el profesor –o facilitador– le dice. Es aquí donde esta estructura educativa es rota. Se trata de volver al alumno el eje central del aprendizaje, pero el alumno no ha creado un criterio propio, y no ha aprendido a aprender. Esto afecta el desenvolvimiento del alumno que en un futuro será parte de la sociedad psicoanalítica de Monterrey.


El psicoanálisis regiomontano está relegado, y salvo aquellos que atienden pacientes de manera personal, no hay asociaciones que promuevan al psicoanálisis como práctica. Desde este panorama, pasando por egresados que no han tenido la lectura teórica suficiente, y que la práctica que han realizado este sustentada en 5 textos, hasta el hecho de que actualmente las neurociencias, y el conductismo están tomando el mercado laboral, no parece que haya mucho futuro en esta práctica llamada psicoanálisis.


Otro problema, es que los centros de enseñanza privados de psicoanálisis ya sean asociaciones, escuelas, etc. son escasas y no hay una constante preparación por parte de los psicoanalistas que operan de manera privada, lo cual conlleva a un estancamiento intelectual, que durante mucho tiempo se ha ido gestando en Monterrey. Un ejemplo claro de esto es que no hay asociaciones que trabajen con el autismo desde una perspectiva psicoanalítica cuando ya se han hecho esfuerzos por amoldar la teoría psicoanalítica y poder trabajar con el autismo. Un ejemplo de esto, son los trabajos de Jean-Claude Maleval y Éric Laurent, psicoanalistas franceses que han tenido un repertorio amplio de trabajo con personas con autismo, así mismo en la Universidad de Buenos Aires, se rinde una cátedra acerca del autismo y el trabajo psicoanalítico alrededor de él, creada por la psicoanalista Silvia Tendlarz, y donde se trabaja desde una concepción Lacaniana, retomando los trabajos de Maleval y Laurent, mientras que aquí es difícil encontrar psicoanalistas que trabajen estos, y muchos más temas, quizás por desconocimiento, quizás por desinterés. En cualquier caso, es preocupante que pueda haber cualquiera de las dos situaciones, y más aún el desinterés. El hecho de que la sociedad psicoanalítica regiomontana sufra de desinterés acerca de las situaciones que diarios nos atañen a los profesionales de la salud mental es no menos que alarmante, y esto puede ser un factor de que el trabajo del psicoanalista se vea relegado y menospreciado en la ciudad.


El psicoanálisis en la sociedad regiomontana sufre de manera constante el relego hacia un lugar en el que terminará convirtiéndose en comunidades sectarias apartadas de todo aquello que no trabaje con asociación libre, y a su vez, desestimada como una teoría obsoleta, en el círculo de profesionales de la salud mental. Para que esto se revierta, el psicoanalista debe preocuparse por aportar ya sea de manera teórica o práctica a las necesidades de la sociedad mexicana, y más específicamente a la regiomontana. La sociedad se encuentra en constante evolución y es por esto mismo que el psicoanalista debe hacer lo propio para estar a la altura de lo que se requiere en la comunidad en la que se encuentra inmerso.



[1] Por ahora, el texto de David Flores no puede iluminarnos mucho, pues como digo en líneas anteriores, he perdido la copia antes de alcanzar a terminarla, y realizando una búsqueda por internet no lo he podido encontrar. En un futuro quizás regrese a él y pueda hacer alguna reseña, pues es un libro sumamente interesante y que puede aportar información vital para entender el movimiento psicoanalítico regiomontano.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Presentación: Rébus-Psicoanálisis

La repetición como punto central de la teoría psicoanalítica

La relación entre el trabajo, el dinero, el amor y el sexo